Santiago de Xile

El terratrèmol de Xile en primera persona: Francisco Caro explica al 3cat24.cat com ha viscut el tremolor

Francisco Caro, Pancho per als amics, és xilè i la passada matinada va viure en primera persona el fort terratrèmol que va sacsejar el país. Un tremolor de 8,8 graus en l'escala de Richter que ha provocat alments 300 morts i nombrosos danys materials a edificis, carreteres i infraestructures. Des de Santiago de Xile ens relata l'experiència viscuda.

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A cualquier persona mayor de 60 años, al preguntarse dónde estaba el día que el hombre llegó a la Luna (si es que llegó) dirá con lujo de detalles dónde, con quién, el día y hora... El ataque a las torres gemelas, el 11-M... el gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial del 86. Fechas que quedan marcadas a fuego en nuestra memoria colectiva, para los chilenos está muy claro y es ocupado como un ejercicio lúdico recordar qué hacíamos el domingo 5 de marzo del 85, justo el día que acababan las vacaciones de verano, al día siguiente entrábamos a clases nuevamente después de dos meses de diversión.

Para los chilenos, o más bien todos los que compartimos el océano Pacifico, estamos acostumbrados a que cada cierto tiempo se nos mueva el suelo. Pasa a ser parte de tu vida cotidiana, como para algunos será la nieve, las lluvias o las olas de calor, términos como escala de Richter, magnitud, epicentro o réplica nos son siempre familiares.

Al recordar qué estaba haciendo la noche del 27 de febrero del 2010, me vendrá a la mente de inmediato el bar La Batuta, la presencia de mis amigos y cómo al ritmo de la música de un grupo que tributaba a Pearl Jam... ya estaba terminando un show que duró casi tres horas, pasando por Radiohead, Alice and Chains y los citados. Mientras cerraban con Evolution, todas las 500 personas, aproximadamente, que llenábamos el local saltábamos. Cuando el piso empezó a moverse, mi primera sensación fue de alegría, de cómo el fervor que producían podía hacer moverse hasta el mismo local. Pero cuando ese movimiento pasó a ser algo que te hacía perder el equilibrio, se activó la alarma interna que todos tenemos, la música se cortó junto con la luz y, al darme vuelta, vi que la masa empezaba a correr hacia la salida, abracé a mis amigas y compactamente salíamos entre penumbras, gritos y jadeos de angustia, mientras todos a paso rápido abandonábamos el local. Logramos salir, sin grandes dramas, sólo con esa sensación que bajo tus pies una alfombra se movía y te empujaba hacia todos lados.

Fuera, la oscuridad total, sólo los coches que iluminaban y dejaban todo en una extraña confusión, acompañada del temblor que todavía no se detenía. "Vaya que estuvo fuerte este temblor", el comentario obligado. Al sentir los vidrios en el suelo al caminar, me di cuenta de que la cosa había sido más en serio. Alcancé a llamar a mi madre, la cual llorando me dijo que en casa todo estaba en el suelo. Sé que se refería a todos los cuadros, libros y cualquier cosa que pudiese moverse, ya no tenía su lugar habitual. Después de eso y saber que estaban todos bien, vino la desconexión, el caos, volver a casa de Macarena fue muy tenso, manejando con mucho cuidado, sin semáforos y luchando con el nerviosismo generalizado de los demás conductores, lo que produce algo que ya empezabas a entender, era diferente a lo vivido. La radio del coche te lo anunciaba de manera muy fría, nada de temblor, nada de movimiento sísmico, éste sí que era un terremoto.

La gente sabe cómo reaccionar, se cortan el gas, el agua, coges lo que pillas y sales a la calle, las réplicas no tardarán en llegar, la tensión aumenta y empieza una extraña camaradería con gentes que nunca habías visto en tu vida, uno trae café, otro unas mantas, está el de la radio, el que ofrece algún licor, nos unimos, no hay clase, ni color político, todos somos víctimas, todos tenemos el mismo temor y la misma angustia de saber cómo estarán nuestros seres queridos. Comienza el desfile de informaciones, epicentro 60 km al sur de Concepción, no... fue más al sur, fue más fuerte que el del 85, creo que no, Yo que sí... todos somos expertos en el tema, todos tenemos nuestra historia que contar.

La mañana es más radical, empiezas a darte cuenta de la gravedad de los hechos, que ciudades enteras están en el suelo, que gente dejó de existir, que el dolor y la pena por lo perdido te empieza a embargar, las noticias te van mostrando puentes destruidos, calles, coches volcados, edificios en el suelo, colapso en todos lados. Das gracias de haber tenido una mejor suerte, que tu gente está bien, que la vida va a seguir y amas a todos los que tienes a tu lado y que las cosas materiales son tan efímeras, que en 90 segundos pueden acabar con años y años de sacrificio.

Es por eso que les escribo, porque amo a este país, porque estamos escondidos tras un muro que son los Andes, porque a Chile no haces escala, vienes y después te vas, pero nunca lo olvidas, ni a su hermosura, ni a su gente, porque vivimos del dolor y del sufrimiento y lo transformamos en nuestra mayor fortaleza, porque puede que no seamos buenos en muchas cosas, pero lo que nos une es ese sentimiento de aprender y entender que la única forma de avanzar es siendo cada día mejor, de ser alegres pese a todo, que nuestra historia ha estado siempre marcada por la fatalidad, la injusticia, el gol en el último minuto que nos quitó la victoria, y el sentimiento de estar tan lejos de todo y de todos. Pero todo eso nos ha enseñado a sonreír, a ser felices con lo que tenemos, a ser orgullosos de nuestra patria, porque mañana nos levantaremos como siempre lo hemos hecho y miraremos al futuro, y ya no serán 20 edificios que se cayeron, que ya no serán 200 personas las que murieron, que el rigor nos obligará a ser cada día más exigentes a la hora de construir y planificar, porque, según la estadística, anoche vivimos el segundo terremoto más fuerte de la era moderna y acá estamos, porque el número uno también fue acá y esos 9,5 grados tampoco nos pudieron doblegar, porque tenemos sangre indígena, la sangre que no se rindió ante el Inca, ante el conquistador, ante cualquier desafío que nos ha puesto el destino. Nos queda mucho por aprender, por vivir y por conocer.

Porque aprendimos que la mejor forma de enfrentar una desgracia tan lamentable como ésta es con una sonrisa y optimismo.
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